La décima etapa de la RUT.A. Ternasco de Aragón abandona la provincia de Zaragoza desde la laguna de Gallocanta para visitar la comarca del Jiloca y algunos de los puntos más interesantes de la sierra de Albarracín.

¡La RUT.A. Ternasco de Aragón continúa un día más! Hoy vamos a abandonar la provincia de Zaragoza desde una de las lagunas más importantes de la península Ibérica y conduciremos a través de tierras turolenses hasta el punto final de nuestra etapa: Albarracín. Sabemos que queréis venir con nosotros, así que os guardamos un sitio en primera fila.

La estrecha y sinuosa carretera A-2506 nos aleja poco a poco de Nuévalos y del Monasterio de Piedra. Pasamos junto a pintorescas localidades como Monterde o Abanto y, al cabo de poco menos de una hora, llegamos a Gallocanta. Este es un pueblo pequeño y agradable que guarda interesantes tesoros patrimoniales como la iglesia de San Pedro Apóstol o la ermita de la Virgen del Buen Acuerdo. Pero sin lugar a dudas, es su laguna la que atrae las mayores muestras de atención.

El territorio de las grullas

La laguna de Gallocanta es uno de los humedales más importantes de la península Ibérica. Se trata de una enorme masa de agua salina de carácter endorreico protegida bajo diferentes figuras como Reserva Natural Dirigida o Zona de Especial Protección Para las Aves. Entre los meses de enero y octubre, Gallocanta aloja una de las mayores colonias de grullas en migración de toda Europa. La presencia de estos animales es todo un acontecimiento, especialmente a primera hora de la mañana y última de la tarde, momentos en los que estas abandonan la laguna y regresan tras la búsqueda diaria de alimentos. Si no habéis presenciado este espectáculo en directo, os invitamos de todo corazón a hacerlo.

Albarracín, cruce de culturas - Laguna de Gallocanta

Antes de abandonar la localidad, visitamos el centro de interpretación de la laguna para profundizar un poco más en la realidad de este espectacular entorno. Luego, y aprovechando que estamos en una frontera natural entre Zaragoza y Teruel, nos adentraremos en la comarca del Jiloca a través de la carretera A-1507. El aire comienza a oler a jamón conforme nos acercamos a Calamocha y tomamos la autovía A-23 hacia nuestra siguiente parada.

Llegamos a tierras turolenses

Monreal del Campo tiene una riqueza patrimonial y cultural que siempre justifica una visita. No obstante, nosotros hemos parado para visitar el Museo del Azafran, que rinde merecido homenaje a uno de los productos más representativos de la comarca.

A la altura de Villafranca del Campo tomamos un desvío que nos conduce por la TE-V-9024 directamente hasta el castillo de Peracense. Su buen estado de conservación, el color rojo de sus muros y el hecho de estar erigido sobre un peculiar terreno de roca arenisca, hacen de este uno de los monumentos más interesantes de Teruel. Como la visita guiada ya ha comenzado, recorremos sus tres perímetros amurallados por nuestra cuenta mientras nos maravillamos ante los enormes bloques de roca que lo cobijan. Si tenéis pensado acercaros hasta aquí, os recomendamos hacerlo durante el primer fin de semana de agosto, cuando se celebra un mercado medieval con recreaciones históricas.

Albarracín, cruce de culturas - castillo de Peracense

Tanta carretera nos está empezando a abrir el apetito y ya llevamos un rato queriendo probar el famoso jamón de esta zona y comer algo de Ternasco de Aragón. De repente, Bronchales aparece en el horizonte y nos acordamos de los gazpachos de la sierra de Albarracín, una peculiar receta que poco tiene que ver con la que se elabora en la parte más meridional del país. Aprovechamos nuestra parada en la localidad para recorrer alguno de sus densos bosques de pinos, que en conjunto forman un espacio natural de gran belleza y diversidad perfecto para amantes de la micología y el deporte. Nosotros estamos pensando en participar el próximo enero en el exigente duatlón invernal que recorre esta zona. ¿Os atrevéis?

Estamos cerca de nuestro destino, pero sería una pena no visitar primero la sierra de Albarracín. Así, tras conducir un rato por la carretera A-1512, tomamos el desvío que nos conduce a Calomarde y Frías de Albarracín. Entre ambos está el desvío hacia uno de los mayores atractivos naturales de la sierra: la cascada batida de Calomarde. Aparcamos la moto y llegamos andando hasta el mirador que se sitúa a los pies de este espectacular salto de veinte metros de altura. La fuerza del agua ha modelado durante siglos este paisaje creando caprichosas formas que pueden verse en lugares cercanos como el Rollo de Calomarde o el cañón de Los Arcos, que cuenta con una bonita travesía acondicionada con pasarelas. Lamentablemente, no tenemos tiempo para realizar esta excursión, pero volveremos, seguro que sí.

Hacia Albarracín, un destino de lujo

Todavía contamos con varias horas de luz y queremos aprovecharlas para disfrutar al máximo de nuestra última parada. No hay más que decir, saltamos sobre la moto y dejamos que el motor ruja de vuelta a la carretera A-1512 para llegar a tiempo a nuestra cita con uno de los pueblos más bonitos de España: Albarracín.

Conforme nos acercamos por la carretera, el icónico e irregular perfil de la localidad aparece ante nosotros bien encajado en el paisaje circundante. Albarracín es, en palabras del filósofo José Ortega y Gasset, “La ciudad que lanza a las alturas su increíble perfil alucinado”. Este lugar es precioso desde todos sus ángulos. El tono rojizo de sus edificios, el trazado irregular de sus estrechas y empedradas calles o su extenso tramo de murallas son tan solo algunos de sus puntos fuertes. Albarracín es una ciudad con historia, un lugar donde diferentes culturas han dejado su huella a lo largo de los siglos. Y esa huella permanece viva y en perfecto estado de salud gracias a grandes iconos patrimoniales como la catedral de de San Salvador, el Palacio Episcopal (sede del museo diocesano local), la iglesia de Santa María, sus murallas o la torre de Doña Blanca, que es el principal escenario de una fantasmal leyenda que os animamos a conocer.

Aparcamos la moto y dedicamos el resto del día a recorrer sus calles, perdernos entre sus rincones y visitar algunos de sus monumentos más representativos. Es una verdadera lástima que el día no dure más horas, porque Albarracín las merecería. Cuando la noche se hace patente, buscamos un lugar donde podamos descansar mientras comemos algo de carne de cordero acompañada de una copa de vino. En nuestra cabeza resuena la sentencia que elevó Azorín hace ya unos cuantos años: “Visite una de las ciudades más bonitas de España, visite Albarracín”. Habría sido un buen publicista, ¿no creéis?

El día llega a su fin, nosotros nos vamos a dormir y mañana recorreremos los pocos kilómetros que nos separan de la capital provincial, pero no sin antes acercarnos a un fascinante paraje natural. ¿Adivináis cuál? Mañana partimos rumbo a Teruel.

En el capítulo anterior recorrimos grandes conjuntos patrimoniales, recordamos la figura de Goya y visitamos viñedos en la DOP Calatayud. Os apetece recorrer con nosotros la RUT.A. 9?