El sello IGP (Indicación Geográfica Protegida), otorgado por la Unión Europea, avala productos de calidad alimentaria diferenciada garantizados mediante controles específicos.

El sello IGP (Indicación Geográfica Protegida), otorgado por la Unión Europea para certificar el origen y la calidad de los productos alimentarios, es una herramienta muy útil y práctica para diferenciar en el punto de venta los productos que han cumplido con estrictos pliegos de condiciones durante todo su proceso de los que no lo han hecho. Una herramienta que, además, avala el trabajo del ganadero y los controles realizados.

Sello IGP europeo | Ternasco de Aragón

Pero el sello IGP no ha existido desde siempre. A pesar de que las ganaderías de ovino aragonesas han sustentado la economía rural de nuestro territorio desde hace siglos, hasta hace relativamente pocos años no existía este sello para garantizar productos la máxima calidad. En el caso del Ternasco de Aragón, fue en el año 1989 cuando la Unión Europea reconoció esta carne con una denominación específica (lo que ahora entendemos como una IGP). De hecho, como dato representativo del ovino en España, el Ternasco de Aragón fue la primera carne fresca en España en ser reconocida con el sello IGP. ¿Sabíais esto? Aquí os dejamos más información.

Para profundizar un poco más en estos sellos y conocer de primera mano qué supone el sello IGP, desde el programa Carnes con Estilo hemos hablado con dos productores de la IGP Ternasco de Aragón. No os perdáis lo que nos han contado.

Alberto Riba, ganadero adscrito a la IGP Ternasco de Aragón

Sello IGP europeo | Alberto Riba | Ganadero de la IGP Ternasco de Aragón

Alberto Riba es un aragonés de 44 años que viene de una familia con una gran tradición ganadera. De hecho, su padre, Antonio Riba, fue uno de los fundadores de la cooperativa ‘Carne Aragón’, creada en 1981 por solo 25 ganaderos. Reconvertida hoy en día en Pastores Grupo Cooperativo con más de 700 socios.

Alberto, que cuida con su mujer un rebaño de alrededor de 600 ovejas en la comarca de Matarraña, una zona principalmente montañosa, es un firme convencido de la utilidad del pastoreo: “En invierno nos dedicamos principalmente a limpiar orillas de campos, pinos caídos, etc., que si no lo hacemos los pastores, no lo hace nadie… En primavera segamos la hierba y en verano recogemos la paja que le daremos en invierno a los animales. Este es nuestro día a día, los animales siempre lo primero”.

También, es un defensor del sello IGP, al que su familia siempre ha estado adscrita: “La trazabilidad y los controles que lleva a cabo la IGP son muy exhaustivos, controlan al 100% la trazabilidad. Se vigila la alimentación de las madres, de los corderos, la edad, los piensos, etc., para que nunca llegue al mercado un cordero que no tenga las máximas garantías para el consumidor”.

Natalia Fanlo, ganadera adscrita a la IGP Ternasco de Aragón

Sello IGP europeo | Natalia Fanlo | Ganadera de la IGP Ternasco de Aragón

Natalia Fanlo es una joven ganadera de Tauste de 27 años. En 2018, “fruto de una decisión meditada”, cambió de vida para dedicarse a las ovejas. Hoy en día tiene 1.500 cabezas de ovino y caprino que pastan en los prados de Velilla y Gelsa. “Desde el primer momento entré a formar parte de la IGP porque estoy criando ovejas de Rasa Aragonesa, y es una forma de mantener una raza autóctona de la zona, que considero importante que no se pierda. Y, además, le das un valor añadido a los corderos”.

Pero quizá las ventajas más contundentes del sello europeo para Natalia son las que obtiene el consumidor final: “Las pautas que exige la IGP garantizan que es un producto de calidad, nacional, de proximidad y que cumple con toda la normativa de bienestar animal. Además -explica-, cuando compras Ternasco de Aragón IGP estás adquiriendo una carne sostenible que ayuda al mantenimiento del medioambiente, porque las ganaderías que pertenecen a la IGP pastan por los montes, y, además, fija la población, porque allí donde están los animales tienes que estar el ganadero”.

En Galicia sucede algo muy similar con la Ternera Gallega. Y es que es una carne que siempre ha estado muy presente. Inició su labor de control y promoción en 1989 y desde 1996 está reconocida por la Unión Europea con el sello IGP, siendo la primera carne de vacuno con control integral y certificado de garantía. Hemos hablado también con dos productores de esta IGP para que sepáis lo que supone este sello para la ganadería gallega.

Teresa López, ganadera adscrita a la IGP Ternera Gallega

Teresa López, de 45 años, vive en la pequeña aldea de Foxado (A Coruña) desde los 25, cuando el amor hizo que se mudara desde su Barcelona natal hasta Galicia. Al tener a sus hijos, la necesidad de conciliar la vida familiar y profesional le llevó a ocuparse de la ganadería de sus suegros, con la ayuda puntual de su marido.

Hoy en día, tiene 39 vacas, un toro y 23 terneros adscritos al Consejo Regulador de la IGP Ternera Gallega. “Pertenecer a la IGP da seguridad a los ganaderos, pero sobre todo a los consumidores, ya que este sello es una garantía de calidad, de saber lo que estás comiendo”.

Para Teresa, esta labor de control es fundamental: “Puedo atestiguar que hay inspecciones continuas, porque a mí me las hacen, vienen a mirar si los terneros siguen mamando hasta los siete meses, el pienso que comen, el agua que beben, etc. Creo que esto también es bueno para los ganaderos, porque siempre es mejor más seguridad que menos”.

Ángel Santos, ganadero adscrito a la IGP Ternera Gallega

Desde 2013, Ángel Santos, de 40 años, gestiona una ganadería junto a su madre, en Friol (Lugo). La vida de su familia siempre ha estado ligada a la crianza del ganado y él, que estudió Administrativo, decidió seguir la misma senda que su madre y abuelos y montar una explotación de vacuno.

Actualmente, en las 50 hectáreas que gestiona, pastan 70 cabezas de ganado y 35 terneros, aunque la media se sitúa en los 40. “Lo primero que hacemos al levantarnos es llevar a mamar a los terneros, y luego sacamos al ganado al aire libre a pastar, hasta la noche, cuando los volvemos a recoger”.

Todos sus animales son de Rubia Gallega: “En casa nunca hubo otra raza”, explica. Por eso todos sus terneros están inscritos dentro de la IGP Ternera Gallega, en la categoría de Ternera Gallega Suprema. “Porque el sello aporta un valor añadido a la carne y se nota la diferencia”.

 

Detrás del aval europeo del sello IGP está el trabajo, la forma de vida y el buen hacer de nuestros productores y ganaderos. ¡Os animamos a buscarlo en vuestro establecimiento habitual! 😉