La decimoquinta y última etapa de la RUT.A. Ternasco de Aragón parte de Mequinenza para recorrer la comarca de Los Monegros y (re)descubrir la excepcionalidad de esta tierra que ha sabido adaptarse a un duro entorno.

Dicen que todo lo bueno termina. Hoy, la RUT.A. Ternasco de Aragón llega a su fin. Tras 14 intensas etapas, nos hemos despertado en Caspe dispuestos a dar cierre a nuestro periplo recorriendo varias comarcas zaragozanas y oscenses en busca de nuestro destino final: los Monegros. ¿Qué os parece el plan de este último día?

Temprano por la mañana, comenzamos a rodar siguiendo el cauce del Ebro y la carretera N-211. Pasamos junto a la isla Mediana y, al poco rato, llegamos a Mequinenza. Aquí confluyen los ríos Segre, Cinca y Ebro creando una zona de gran diversidad biológica donde el agua es la indiscutible protagonista. Desde el Neolítico, los alrededores de Mequinenza contaron con poblamientos estables que ya supieron ver las ventajas de asentarse aquí. El agua siempre ha sido la mayor fuente de riqueza local, ya sea mediante la generación de energía eléctrica o como medio sobre el que transportar materiales como los provenientes de las explotaciones de lignito que había en los alrededores. Si queréis ahondar en la realidad histórica del lugar, os recomendamos una visita a los museos de la historia y la minería, seguro que no os decepcionarán. Hoy en día, Mequinenza cuenta con dos núcleos bien diferenciados: el pueblo viejo y el nuevo. El primero de ellos fue abandonado a mediados del siglo XX por las inundaciones provocadas tras la construcción de la presa del pantano en 1966. Hoy en día, sus calles son uno de los reclamos turísticos del lugar. Tras el abandono se crea la actual Mequinenza a los pies del castillo, que vigila permanentemente este pueblo y su entorno.

Los alrededores de Mequinenza son toda una referencia para la práctica de la pesca deportiva, el ciclismo, el senderismo y otras actividades acuáticas. Además, su diversidad faunística lo convierte también en un imán para los aficionados a las aves. Si visitáis la zona y tenéis tiempo, os animamos a acercaros hasta el Aiguabarreig, un espacio de gran belleza y riqueza natural.

Volvemos a Huesca

Nuestra RUT.A. continúa a través de la carretera N-211, que nos conduce de vuelta a la provincia de Huesca. Pasamos junto a Fraga y poco después comenzamos a ver la figura de Ballobar. Antes de llegar al pueblo, tomamos un pequeño desvío para poder atravesar su famoso puente de piedra, una construcción fechada en el siglo XIV. Cerca de 20 minutos después llegamos a Albalate de Cinca. Aprovechamos que estamos aquí para hacer un descanso y picar algo mientras entonamos (ejem…) una ópera en honor a su hijo predilecto: Miguel Fleta.

Definitivamente, no creo que hagamos carrera en la música; lo de pilotar una moto se nos da mejor. Estamos entrando en la comarca de Los Monegros. Supongo que más de uno ha pensado inmediatamente en un desierto, ¿verdad? Los Monegros es una comarca que destaca por un terreno árido y semidesértico pero que, a su vez, presenta un ecosistema único en España gracias a su carácter estepario. Es posible que también os suene por el Monegros Desert Festival, un macro evento de música electrónica que se celebró en estas tierras entre los años 1994 y 2014. ¿Alguno de vosotros estuvo en alguna edición?

La carretera A-131 nos lleva hasta Villanueva de Sigena. Al igual que en nuestra anterior parada, aquí también tienen un hijo predilecto: Miguel Servet. Este fue uno de los grandes pensadores del siglo XVIII, un genial ideólogo que destacó en varias ramas científicas y teológicas. Tuvo una participación activa en la reforma protestante, lo cual no le libró de ser condenado por herejía y morir en la hoguera en Ginebra. Lo primero que hacemos al entrar en la localidad es acercarnos hasta la escultura que rinde homenaje a su figura.

Los grandes bienes de los Monegros

Nada más abandonar este lugar, tomamos en desvío que nos lleva hasta las puertas del Real Monasterio de Santa María de Sigena. Este edificio románico erigido durante el siglo XII dio forma a un gran conjunto monástico y artístico del que hoy en día solamente quedan en pie algunas secciones. Destaca la portada principal de su iglesia, que muestra nada menos que 14 arquivoltas envolviendo la puerta de acceso. Bien merece la pena una visita.

Sariñena, la capital de los Monegros es nuestra siguiente parada. Pero de camino vamos a pasar por la pequeña localidad de Sena para visitar el museo de los oficios antiguos de los Monegros. Ahí encontraremos la friolera de más de 5.000 objetos y utensilios relacionados con los oficios históricos los antepasados monegrinos.

Hace calor y tenemos hambre, así que nada más salir del museo vamos a buscar un lugar que incluya en su carta algún plato elaborado con Ternasco de Aragón. Luego, nos iremos directamente a presentar nuestros respetos ante el mayor atractivo local: la laguna de Sariñena. Esta masa de agua de carácter endorreico es una de las lagunas más importantes de Aragón. Ubicada junto a las cuencas de los ríos Flumen y Alcanadre, cuenta con una interesante diversidad natural que hace de ella un lugar de parada estacional muy frecuente para multitud de especies ornitológicas. Ni que decir tiene, que cuenta con toda la aprobación de los más exigentes amantes del birdwatching.

A unos 15 minutos de Sariñena nos topamos con Lanaja. En esta localidad corre el rumor de que hay oculto en sus calles un toro de oro que fue forjado de manera fantástica en el contexto de una historia legendaria. Hasta ahora, nadie lo ha encontrado, pero no nos vamos a ir de aquí sin probar suerte.

Al cabo de un rato, dejamos Lanaja con la misma cantidad de oro que teníamos al llegar y nos dirigimos a ver uno de los monumentos más interesantes de la zona: la Cartuja de Monegros. Este conjunto patrimonial data en su mayor parte del siglo XVIII y en él predomina el estilo barroco. Aunque conserva en su interior una muy interesante colección de pinturas murales, su estado de conservación es bastante cuestionable en algunos de sus rincones. No obstante, siempre merece una visita.

Con todavía unas horas de luz por delante, la carretera A-230 nos acerca a Castejón de Monegros. Esta localidad ubicada en las estribaciones de la sierra de Alcubierre guarda interesantes tesoros como la iglesia de Nuestra Señora de la Lumbre, que presenta una galería porticada muy poco habitual en tierras aragonesas. Desde lo alto, la única torre que queda en pie de su castillo nos vigila atentamente. Esta torre aloja en su interior la ermita de San Sebastián y San Fabián.

Nuestra etapa está llegando a su fin. La última parada de este periplo aragonés va a ser la pequeña localidad de Monegrillo, ya en la provincia de Zaragoza. Aquí aparcaremos la moto para visitar el centro de interpretación Estepas de Monegros y entender en profundidad la realidad de esta árida región que acabamos de recorrer. Luego, después de cenar, haremos caso a la sentencia de Bigas Luna cuando afirmó que “En estas tierras, desde Monegrillo he tocado la luna” y nos detendremos a contemplar con calma y dedicación el manto de estrellas que la noche nos regalará como merecida despedida a esta RUT.A. Ternasco de Aragón.

Si os perdisteis la RUT.A. 14 no os preocupéis, la tenéis a golpe de click. Pero si lo que queréis es vivir la esencia completa de la RUT.A. Ternasco de Aragón con sus 15 etapas, lo ideal sería partir desde el kilómetro cero. Todo comenzó en la ciudad de Jaca, en el Pirineo aragonés.